5. Exploración del movimiento


En su exploración de los ecos –de las reverberaciones– gracias a las que se reflejan mutuamente “naturaleza” y “geometría”, Magdalena Fernández centra sus reflexiones en la dimensión dinámica de ambos reinos. Sus obras, sean estructuras físicas o videos, instalaciones o dibujos, indagan en torno al misterio que rige la dinámica de los cuerpos –del mundo, de la physis–, esa fuerza o poder, esa capacidad de acción, que hace posible el tránsito de lo potencial y lo cinético, así como la concreción del movimiento y la aparición de las transformaciones. Trabaja, entonces, con la dynamis y la energeia, con el poder que tiene un cuerpo de reformar sus propias determinaciones, con la potencia que tiene una forma de ser otra distinta, de modificarse. Tanto el poder (dynamis) como la potencia (energeia) aparecen en estas obras como fuerzas inherentes a las estructuras mismas, como aquello que les permite “ser” en una mutación y una renovación constante, y de esa manera revelar el sustrato fluido y cambiante que articula la realidad y la convierte en existencia viviente y vital, en actividad y suceso.

De modo tal que sus estructuras móviles, sus objetos e imágenes dúctiles se alteran, varían, discurren, manifestando lo que propiamente son, desplegándose a sí mismas. Las líneas operan como fuerzas y tensiones que se articulan en un imprevisible y siempre cambiante sistema de relaciones, haciendo presente con ello un tejido –un entramado– en el que se reflexiona acerca de la compleja conexión que rige y conduce el tránsito de la potencia al acto, de la posibilidad de ser otro a la concreción de darse como cambio, crecimiento, devenir y desarrollo. Por ello, tanto en los apuntes videográficos, como en los grabados, y en las instalaciones que se apropian del espacio, Magdalena Fernández integra en una sola presencia que se despliega los pares contrapuestos de potencia y acto, de materia y forma, asumiéndolos como estructuras paralelas, mutuamente dependientes.

SP


Magdalena Fernández ofrece un estudio sobre la esencia misma de la naturaleza a través de una investigación artística sobre el movimiento conforme este emerge del sustrato de una experiencia y navega sobre los terrenos pictóricos de sus obras. El eco del trabajo artístico de Magdalena reverbera con la dynamis de la vida, su expresividad virtual, sus ondulaciones rítmicas y figuras nacidas de la abstracción geométrica. El espacio inmersivo de sus instalaciones resuena con un flujo que está marcado por la síntesis, los intervalos, los puntos y las líneas, mientras se disuelven en una repetición interminable, como lo sugiere el bucle en sus videoinstalaciones. En sintonía con los esfuerzos por sustituir el orden de la geometría euclidiana a través del registro del arte abstracto, modernista y cinético, Magdalena Fernández explora un materialismo de tiempo profundo que se traduce en una cadena de repeticiones y re-creaciones. Movimiento, dynamis, flujos y ritmos permean la experiencia inmersiva de sus instalaciones, lo cual lleva a las superficies flotantes de las pinturas de Malevich para insinuar un efecto de superficie que emerge desde el sustrato de su investigación. Los aspectos fluidos de su trabajo evolucionan y amplían las posibilidades de composición mediante la especulación, la imprevisibilidad y la aproximación. El espacio inmersivo de 2Imp009 (2009) entreteje las asonancias de gotas de lluvia sincopadas y los efectos sonoros de percusiones corpóreas, lo cual lleva a revisitar la unidad plástica sugerida por Mondrian. Mediante esta composición, Fernández configura el quiasmo entre las gotas de agua que caen verticalmente y las reverberaciones de las líneas horizontales que se extienden al infinito.

Los aspectos virtuales de las instalaciones de Fernández suplen la mecánica de cuerpos sólidos y se concentran en los aspectos cualitativos de sustancia que las constituyen de manera íntegra, caracterizados por vibraciones, cambios constantes y flujos puros. El uso de nuevos materiales, animaciones y tecnologías digitales permite a la artista articular un movimiento afectivo para abordar una experiencia de recreaciones y reconstrucciones para que el espectador la viva. El análisis de Fernández sobre el movimiento atribuye un nuevo significado a los elementos tradicionales de la composición. En particular, la sintaxis de la abstracción y los patrones geométricos se ven enriquecidos por un estudio que sustituye a la lógica de la mente consciente para recuperar la síntesis del tiempo, la naturaleza y la experiencia humana. En su trabajo, la síntesis es un proceso de reducción que se expresa no con una trayectoria, sino más bien con una multidireccionalidad heterogénea de puntos, líneas y superficies. En este sentido, Magdalena Fernández amplía la noción de composición para explorar las formas, las geometrías y las figuras a través del flujo del tiempo, lo cual sujeta estas nociones a continuas metamorfosis y transformaciones. Sin una trayectoria específica, abarcando únicamente direcciones, la superficie de la obra de Fernández reverbera con un ritmo de vida, con pertenencia, así como con el contraste entre presencia y ausencia, entre lo profundo y lo superficial, como se evidencia en la rigurosa selección de negro y blanco de sus instalaciones.

SB

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