Aires de Magdalena

Casi siempre que me piden un comentario o una crítica de arte, me entra una espantosa tembladera. No sé por qué me aterra dejar constancia escrita de mis impresiones sobre un hecho artístico cualquiera. Quizás sea miedo a no lograr escribir una crítica digna de la obra. o tal vez me dé miedo decir nada bueno de ella.

En fin... Toda esa perorata viene a cuento porque me han pedido que escriba unas líneas sobre AIRES, ese deleitable proyecto artístico que Magdalena Fernández nos ha ofrecido este año. Juro por mis discos y por mis películas de Buster Keaton, que sobre esta magnífica obra no tengo temor de hablar. En Aires, Magdalena trabaja con esa instancia misteriosa que está después y detrás de las cosas, con esa oquedad poco precisa donde flotan la Belleza mayúscula y la materia de la que están hechas las revelaciones estéticas. No hay nada más difícil para el artista que situarse en ese espacio virtual y producir un discurso desde ahí, desde la Nada. Eso es precisamente lo que ha logrado Magdalena con esas sombras fluidas en el techo de la sala, con el fuego que brota de un grueso cilindro transparente y con las burbujas y las llamas que bailan fundiéndose en la muda sobriedad de un video. Para realizar esta obra. y para situarla en ese punto que está más allá de los accidentes cotidianos, Magdalena trabajó a partir de tres de los cuatro elementos vitales: aire, agua y fuego. Con esos tres absolutos misterios de la vida, esta muchacha ha concebido un proyecto capaz de apropiarse del espacio de una sala expositiva y de lograr algo mucho más complejo: producir Poesía. Una Poesía que, por cierto, no tiene asidero en la tierra, en ese cuarto elemento que es signo y seña de lo real, de lo concreto, de lo que aburre y duele. Utilizar tierra hubiera sido negar el trabajo desde lo virtual. Hubiera sido negar la posibilidad siempre abierta y explicita de la Poesía viva disuelta en el espacio. Con eso Magdalena nos demuestra, una vez más, que es una de esas artistas que sabe callar a tiempo, que sabe detener el impulso de su obra para que no hable mas de la cuenta, para que no diga mas de lo que debe decir. He ahí la madurez y la seriedad en el oficio.

Al final, sólo puedo decir que ha sido un placer escribir sobre AIRES. Todavía tengo miedo de que esta crítica no tenga la talla de la obra... Ya no importa. Sólo sé que ha sido una gratísima experiencia tratar de ordenar lo que sentí al entrar en contacto con este delicado proyecto de arte contemporáneo.

Roberto Echeto
Catálogo exposición ‘Aires'
Sala Mendoza, Caracas, 1998