8. El evento


Las obras de Magdalena Fernández no son únicamente “objetos”, cosas, estructuras, videos o instalaciones, son más bien procesos, desarrollos, devenires. Son, en consecuencia, un “evento” en el que la significación –la producción de sentido– se da a partir del plexo de relaciones que se establece tanto al interior de la obra (en su acontecer) como entre la obra y diversos contextos: inmediatos (lugar), históricos (tradición plástica), intelectuales (referencias a la naturaleza), formales (geométricas-racionales) y fenoménicas (con el espectador). De modo que el objeto: la estructura o la imagen en movimiento, opera como una suerte de detonante que enciende estos diversos sistemas de relaciones constituyendo un sentido que es, por su propia condición relacional, siempre diferente.

Estos objetos-eventos tienen la peculiaridad de ser siempre “algo” que excede su pura presencia y en lo que el “mundo” se incorpora de diversos modos, por alusión, por rememoración o metafóricamente. La experiencia que ellos solicitan abandona lo contemplativo y se impone como tránsito, recorrido, inmersión. En efecto, estos objetos-eventos los comprendemos cuando circulamos por ellos, los captamos en el tejido y la amalgama de sus modificaciones, porque se concretan, se realizan, en el proceso gracias al que se han sido enriquecido con una pluralidad de datos y discursos que se superponen y se entrecruzan. En estos objetos-eventos la presencia o figura en la que se nos aparecen no es absoluta ni cerrada, ni completa, por el contrario está compuesta de vacíos y enigmas, de alusiones, acertijos e invocaciones.

En tanto que objetos-eventos, por otra parte, en las instalaciones se encuentran la “obra”, el “mundo” (naturaleza) y el “espectador”, como referidos los unos a los otros, como apropiados unos a otros, como constituidos unos para los otros. Se da entre todos los componentes de estos objetos-eventos –tanto entre los físicos o proyectados, como entre los discursivos y culturales– una co-pertenencia, una co-presencia gracias a la cual la obra se realiza plenamente en la conjunción de todos ellos. La instalación de la terraza del Museo Amparo únicamente se realiza en el momento en que alguien camine por ella. Cómo se refleja el cielo en sectores del piso es siempre “otra”, ya que registra las modificaciones del cielo y las del caminar, además pone en ejercicio nuestra experiencia ordinaria invirtiéndola, e incontables reflexiones (de índole científico, poético o teológico) sobre el “cielo” y su encuentro bajo la mirada pueden ser elaboradas.

SP


Por encima de la comprensión tradicional de forma y objeto, Magdalena Fernández redime la revelación de un suceso con base en una experiencia de la naturaleza. El montaje de sus instalaciones supera la lógica de la presencia para permitir que emerjan a la superficie de la obra las cualidades esenciales, constitutivas, relacionales y agenciales de la naturaleza. Los marcos de sus instalaciones equivalen a la estructuración de una experiencia que permite que un acontecimiento haga resonancia con síntesis, puntos, líneas, extensiones y funciones espaciotemporales. El uso de nuevos materiales permite a Fernández desafiar las maneras de comprender el proceso artístico y así contribuir a una exploración del enfoque poiético, diferencial y radical. Las incongruencias, yuxtaposiciones, asimetrías y variaciones que se repiten en la obra de Fernández, como lo sugiere la metacomposición de la instalación inmersiva 1iHO008. Homenaje a Hélio Oiticica (2010), revelan un acontecimiento relacionado con el orden de los modelos de representación abstracto racionales. Alojado entre los aspectos internos y externos de sus instalaciones, el ethos de Fernández se distingue por el análisis sobre la fuerza de la naturaleza, la revelación de un acontecimiento y el despertar de una experiencia consciente que se percibe mediante efectos sonoros y visuales que hacen eco a las composiciones de la artista. Nunca con la intención de dirigirse hacia un objeto específico, sino más bien subrayando una preocupación ética por la vivencia, sus instalaciones se colocan entre el pliegue y el despliegue de una experiencia que se vive a través de una cadena de síntesis, ritmos y conectividades. La revelación de un acontecimiento sugiere el análisis de los aspectos esenciales, estructurales y constitutivos de una experiencia radical. Como lo sugiere el Díptico (amanecer/atardecer). Homenaje a Soto (2011-2015), el acontecimiento que interesa a Magdalena Fernández es de orden natural y se refiere a la unidad de la experiencia consciente. La cadena de atributos, puntos, líneas y signos que la artista trata en sus obras registra los eventos como un sistema de multiplicidades que está sujeto a configuraciones geométricas con márgenes de libertad e impredecibilidad.

SB

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